Tribuna de Coline Pavot, directora de Análisis de Inversiones Responsables de La Financière de l’Echiquier
Según la OMS, las desigualdades en el acceso a los servicios sanitarios explican las diferencias que se observan en la esperanza de vida. La crisis de la COVID-19 evidenció esta realidad, desde las desigualdades en el acceso a las vacunas, hasta las dificultades que los sistemas de salud tuvieron para funcionar de forma eficaz, provocadas principalmente por la escasez de personal sanitario. ¿Cuáles son las razones que subyacen a estas diferencias en el acceso a la sanidad?
En primer lugar, existe una razón geográfica. Se calcula que, en todo el mundo, 646 millones de personas –el 8% de la población mundial– no tienen acceso a un centro médico a menos de una hora de su domicilio. Esta situación es, si cabe, más dramática cuando pensamos que determinadas patologías requieren un seguimiento médico continuo. Entre las soluciones identificadas, están la telemedicina y sus tecnologías asociadas, que dan respuesta a los denominados desiertos médicos y ofrecen una atención más rápida a las personas aisladas.
En segundo lugar, hay una causa económica. Por ejemplo, en EE. UU, el 33% de la población adulta no tiene capacidad para continuar con los tratamientos prescritos o realizar una consulta por razones económicas. Ante esta realidad alarmante, las empresas deben innovar para mejorar la asequibilidad de la atención médica y apostar.
La tercera razón consiste en la falta de disponibilidad de personal y tratamientos. Europa debe hacer frente a un déficit de un millón de trabajadores en el sector sanitario. Esta escasez de personal médico debilita la capacidad de atender enfermos. El reto de la disponibilidad afecta también a los tratamientos. En todo el mundo, 300 millones de personas sufren una enfermedad para la que no existe tratamiento actualmente. Las empresas deben movilizarse para responder ante este doble desafío, por ejemplo, desarrollando softwares que permitan a los facultativos ser más eficaces, así como biofármacos innovadores dirigidos a enfermedades no cubiertas, como las enfermedades raras o determinados cánceres.
Por último, la falta de confianza. El último reto identificado está vinculado con la aceptación de los tratamientos y la confianza que los ciudadanos depositan en su sistema sanitario para suministrarle el mejor tratamiento posible. La desconfianza guarda relación directa con diferentes factores, como la inquietud por la calidad de los servicios médicos a causa de escándalos aparecidos en los medios, o el carácter doloroso de algunos tratamientos. La mejora de la confianza de los pacientes en la calidad de los cuidados también es una fuente de innovación para las empresas, especialmente, para las que desarrollan dispositivos médicos novedosos como las bombas de insulina inalámbricas, que contribuyen a un mayor confort y a la adopción de los tratamientos.
En conclusión, estas son las cuatro dimensiones que están en consonancia con los principales retos de acceso a la sanidad definidos por la OMS y que LFDE pretende cubrir gracias a su metodología propia. En definitiva, retos que es preciso abordar, pero también oportunidades de inversión.